miércoles, 23 de noviembre de 2016

El poder de la Obediencia

Basado en Lucas 5.1-11

Para Simón Pedro era una mañana como tantas otras: había trabajado toda la noche, y a pesar de sus esfuerzos y experiencia en el rubro, no había logrado atrapar ni un solo pez. Sin embargo en el corazón de Jesús estaba el propósito de utilizar ese día para transformar la vida de Pedro y sus amigos para siempre. Aquel día, el viejo pescador de Galilea recibiría la lección más grande de su vida: aprendería el poder que libera el obedecer a Jesús. Te invito a que repasemos juntos ésta historia para encontrar en ella el secreto de la obediencia de Pedro. A través de su ejemplo, aprenderemos cuales son los principios espirituales que permiten una vida de bendición.

1.       La obediencia significa ser fieles a Dios en las pequeñas cosas.

Pedro estaba muy cansado y tranquilamente podría haberle dicho a Jesús, a quién al parecer ya conocía: “—Jesús, estoy muy cansado, por favor súbete a la otra barca pues yo estoy  tratando de terminar para irme a mi hogar”. A pesar del cansancio y de su carencia de deseos, Pedro accedió a que Jesús subiera a su barca y la utilizara como plataforma para la enseñanza. La simple decisión de obedecer a Jesús permitió que ese día se desatara un torrente de bendiciones sobre la vida de Pedro y sus amigos.

Debemos saber que al obedecer a Jesús en las pequeñas cosas, Él nos capacita para desafíos aún mayores. ¿Cuáles son las pequeñas cosas que Jesús te está pidiendo obedecer? Tal vez tenga que ver con cambiar tu lenguaje, tu manera de pensar en algunos aspectos, o tal vez te está pidiendo que le hables de Él a algún amigo. No importa cuán simpe sea lo que Jesús te está pidiendo, el obedecer en las pequeñas cosas es la clave para recibir mayores desafíos y bendiciones.

2.       La obediencia implica realizar tareas que a nuestra lógica pueden parecer irracionales.

Jesús dijo “lleva la barca hacia la parte más honda del lago, y echen allí sus redes para pescar” (v.4) Pedro bien podía haberse negado a esa petición. Él era un pescador experimentado, y Jesús un carpintero que no sabía nada de pesca. La decisión de volver al agua, en pleno día y con la evidencia de que “no había pique” era suficiente para decirle a Jesús que su propuesta no era lógica. Sin embargo, en el corazón de Pedro existía una certeza: algo en Jesús decía que valía la pena hacerle caso. Por eso su respuesta fue: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y no hemos pescado nada; pero ya que tú me lo pides, echaré la red” (v.5).

Los planes de Dios no siempre cuadran perfectamente con nuestra humana racionalidad. Es más ¡a veces van totalmente en contra de ella! Recordemos que el Señor dice: “Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, ni son sus caminos mis caminos. Así como los cielos son más altos que la tierra, también mis caminos y mis pensamientos son más altos que los caminos y pensamientos de ustedes” (Isaías 55.8-9). ¿Está Dios pidiéndote que le obedezcas en algo que te parece irracional? ¿Tienes miedo de que obedecer a Jesús genere la burla de tus amigos o familiares? Recuerda que la voluntad de Dios para tu vida es perfecta (Romanos 12.2) y aunque al mundo le parezca irracional obedecerle, los hijos de Dios sabemos que si obedecemos jamás seremos defraudados.

3.       La obediencia es la clave para recibir la bendición de Dios.

Pienso que a Pedro se le pudo hacer cruzado por la cabeza: “-- ¿y si no pesco nada? Si Jesús se equivoca sólo obtendré la burla de mis amigos que se reirán desde la orilla”. Tener dudas no es malo, lo malo es dejarse paralizar por ellas. Pedro, a pesar de los argumentos que pudo haber presentado para no obedecer a Jesús, tomó coraje y se dirigió donde el maestro le indicó ir. ¿Cuál fue el resultado? Pedro echó las redes a la orden de Jesús “y fue tal la cantidad de peces que atraparon, que la red se rompía” (v. 6).
Hay un principio espiritual en éste suceso: cuando decidimos obedecer a Jesucristo, Él no nos falla. Al hacer las cosas tal y como Jesús nos lo indica siempre, pero siempre, recibiremos de su bendición. ¿En qué aspectos de tu vida consideras que necesitan obedecer más al Señor? Seguramente al leer la Palabra de Dios observas que hay en tu vida aspectos que debes comenzar a modificar, hábitos a los que debes renunciar, relaciones con las que debes terminar. No importa cuales sean los desafíos que Dios te esté presentando: si eres obediente, verás la bendición sobre tu vida.

4. La obediencia nos capacita para enfrentar mayores desafíos.

Al ver con sus ojos semejante milagro, Pedro comprendió que en Jesús reposaban el poder y la santidad de Dios, por eso “cayó de rodillas ante Jesús y le dijo: «Señor, ¡apártate de mí, porque soy un pecador!” (v.8). Más tarde, comprenderá el significado profundo de sus propias palabras: el no merecía el amor y la misericordia de Jesús sobre su vida. Ellos son un don de la Gracia de Dios, que más tarde se manifestarían plenamente  en la Cruz. Sin embargo, a pesar de sus defectos y pecados, Jesús decidió llamar a Pedro a una tarea más grande: “no temas, que desde ahora serás pescador de hombres”, dijo Jesús (v.10). Pedro era un hombre lleno de defectos y limitaciones, sin embargo su decisión de obedecer a Jesucristo con todo su corazón, marcó el inicio de una vida llena de desafíos. Aquella mañana amaneció siendo un humilde y desilusionado pescador de Galilea, pero al finalizar el día recibió el llamado que transformaría su vida para siempre: desde ahora sería el fiel discípulo de Jesús y futuro Apóstol, pilar de la iglesia primitiva.

La historia termina diciendo que tanto Pedro como Jacobo y Juan, sus socios: “llevaron entonces las barcas a tierra, y lo dejaron todo para seguir a Jesús” (v.11). Ellos descubrieron que la obediencia a Jesucristo es el tesoro más grande que un ser humano puede poseer. ¿Qué estás esperando para ser obediente a Dios y su Palabra? ¡Obedecer a Jesús vale la pena! De hecho ¡Obedecer a Jesús vale más que todo!

Para reflexionar:

¿En qué áreas de mi vida necesito ser más obediente al Jesús? ¿Hay algún aspecto de mi vida que deba cambiar? ¿Hay algún desafío al que no estoy respondiendo?

Piensa en alguna vez en que obedeciste a Jesús ¿Cuál fue el resultado? ¿Fuiste avergonzado? ¿Te defraudó el Señor?

Medita y trata de completar con tus palabras ésta frase “No debo tener miedo de obedecer a Jesús, porque…”


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